Casa de pueblo típica de la zona, bien conservada, limpia y pintada. Al ser dos casas que han sido agrupadas en una, crean una sensación laberíntica en su interior, pasillos estrechos, escalones altos, techos bajos y puertas muy pequeñas, se ha primado el número de habitaciones en detrimento del confort general. Un salón con dos sofás, y dos butacas no son suficientes para tantas personas, y una mesa de comedor en la que tampoco hay suficiente para todos. La cocina es muy pequeña, con dos personas dentro tienes sensación de agobio. Al frigorífico le faltaba el cajón de la verdura, y dos baldas de la puerta, no enfriaba, y el propietario nos sugirió que nos apañásemos con el botellero, que eran las fiestas del pueblo, pero la verdad es que hace tiempo que deberían haberlo cambiado y por otro con un tamaño mas adecuado a las necesidades de la casa. Los dos baños de arriba bien, pero el del patio de luces y el propio patio olían fatal a alcantarilla. Las camas con colchones confortables pero sonaban con cada cambio de postura. El exterior estupendo, piscina fantástica, tumbonas, mesas y sillones suficientes y una barbacoa magnífica que hizo las delicias de todos. Casi todo el tiempo lo pasamos fuera. Las vistas, sencillamente maravillosas. Solo añadir que cuando reservamos la casa le dije el número de personas exacto y al llegar encuentro que nos quiere dejar cerradas dos habitaciones y la biblioteca. Después de un rato conseguimos que nos abriera la biblioteca y una habitación, esto no me pareció muy correcto como tampoco la insinuación de que podríamos meter mas gente sin pagar. Lo invité a pasar al día siguiente a tomarse una cerveza y mientras nos podría contar de nuevo. No vino.