El alojamiento es maravilloso… un pequeño oasis lleno de rincones encantadores y muy apetecibles, sobre todo la piscina y todo el césped tan cuidado a su al rededor, las hamacas, las camas balinesas… una delicia. Los inquilinos son súper amables y están a tu disposición para cualquier cosa que necesites. Hay muy poquitos alojamientos en el recinto por lo que hay un ambiente muy íntimo y familiar. Ojalá podamos repetir algún día.