Pasamos dos noches de abril estupendas, mi mujer y yo con nuestro bebé de 11 meses y no podemos ponerle pega alguna a las cuevas. Es un recinto precioso, con piscina para el verano, con vistas a la cara Norte de Sierra Nevada, a las badlands de la zona y rodeado de alamedas. Se puede aparcar el coche en el propio recinto, casi en la puerta de tu cueva. Cada cueva cuenta con una barbacoa individual en el porche y mobiliario de jardín en muy buenas condiciones. Por dentro, todos los detalles están cuidadísimos. Cocina equipada con todo lo necesario, baño completo con toallas, gel y champú, lavadora... Las habitaciones son amplísimas, las fotos se quedan cortas, y con una iluminación muy acertada, que resalta el encanto de estar dentro de una casa cueva. El salón es muy acogedor y la chimenea estaba encendida cuando llegamos. Ni que decir tiene que estaba todo muy limpio y el encalado de la cueva es impecable. La temperatura, ideal, suficiente con poner la chimenea (¡incluso excesivo!), aunque todas las habitaciones cuentan con emisores térmicos que usamos ocasionalmente, para el baño y el sueño del bebé. Gonzalo y su mujer son muy amables. Seguro que repetiremos, cuando nuestro bebé esté más grande para ir a coger los huevos de las gallinas con Gonzalo y su mujer, los dueños, que son encantadores.